Revista CASAS
EDICIÓN 66
Por: María Alicia Becdach, arq.
Ubicación:
El edificio maneja una dualidad en su materialidad y diseño. Esta se manifiesta entre las superficies acristaladas de las fachadas este y oeste para rendir homenaje a la vista hacia la bella ciudad en la que se sitúa. Esto se contrapone con las fachadas norte-sur de ladrillo visto, material que emana solidez y se enlaza muy bien con los colores tierra de las montañas de los Andes. Estas tienen perforaciones que nos remontan a las construcciones incas y coloniales, las cuales poseen sólidos contrafuertes y ventanas con chaflán, denominado ¨derrame´ en las construcciones coloniales, gesto realizado para asegurar el ingreso de luz por el gran ancho de los muros. El penthouse del edificio, diseñado por la arquitecta María Alicia Becdach, ocupa 230 metros cuadrados de construcción mas terraza y funciona como su residencia personal. La premisa principal fue aprovechar cada centímetro de construcción de manera que la vista y la circulación no tuvieran que ser interrumpidas.

La transparencia permite que se disfrute del exterior pero también del interior. Las vigas de la casa están expuestas, aprovechando la altura (2.80 metros en todo el departamento y 2.30 metros en la sala). me parecía espectacular registrar el proceso arquitectónico. Las distribuciones casi no tienen divisiones entre sí. La distribución del departamento va de la mano con un estilo de vida muy familiar. Se trata de compartir el tiempo y el espacio y por eso no hay una división exacta entre lo público y lo privado explica María Alicia.
En toda la construcción se destaca el uso de materiales nobles. El tumbado actual, por ejemplo, esta hecho con la madera reciclada del tumbado correspondiente a la casa que antes estaba en ese terreno. Es un chanul de más de treinta años que fue modulado para que tuviera otro look. La misma madera se utilizó en algunas puertas del departamento. Se utilizaron también el metal y la piedra como materiales naturales. Todos los detalles metálicos de la casa van en armonía con las vigas vistas.


Muebles antiguos, otros modernos importados y algunos de diseño propio se entremezclan en el espacio, compartiendo a través de sus formas y sus orígenes diferentes puntos de vista de la realidad, desde un lugar particular del tiempo ´´Me gusta que cada cosa cuente una historia´´ dice María Alicia. Y es que ella buscaba, tanto en el diseño arquitectónico como de interiores, algo que se acercará más a lo ecléctico y atemporal. Alicia no tuvo reparos en jugar con distintos métodos y procesos para llegar a donde quería llegar: una sensación de sencillez y naturalidad, aderezada con el aroma de viejas historias.
En la cocina se aprovechó la apertura y altura del espacio para crear un efecto envolvente con duelas de madera que bajan del techo para luego transformarse en puertas. Estas piezas sólidas y bellas enmarcan la cocina y abren lugar para el mesón un enorme bloque de granito sostenido por tensores metálicos oxidados.
El motivo de las pequeñas mesas auxiliares de la sala, en forma de rodajas de madera se replica en la terraza a mayor escala. esta mesa se usa para almuerzos y desayunos informales. ´´Las tres mesas son diseños míos, a partir de unas raíces que encontré en el camino a jama. El área de la terraza es como un break, hace las veces de un pequeño jardín en plena ciudad. La mesa tiene una forma sinuosa por su material, a lo que hace a la experiencia de comer algo más especial´´ dice María Alicia.
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En el dormitorio máster tres piezas vitales interactúan entre sí: la cama de bronce antigua, (era de la bisabuela de su esposo), el baúl al pie de la misma (nada menos que un baúl personal de los recuerdos). El lavabo del baño social está hecho por una pieza pintada a mano, comprada en México que reposa sobre un mueble diseñado por María Alicia. El estudio, en el que María Alicia trabaja, acoge a dos sillas antiguas Wassilly originales de hace treinta años, herencia de su padre a las que Alicia se rehúsa a restaurar, pues dice que se perdería su esencia. Y quizá tenga razón.